jueves, 30 de agosto de 2012

Mi forma de creer

Esta cuestión del destino, ¿será que en realidad hay algo o alguien que se convirtió en tu creador? porque sólo un dramaturgo sabe lo que hace con sus personajes, y el actor, ¡cuánto júbilo! tras conocer lo que tendrá que manifestar tras la interiorización de los principios de dicho personaje. Pero cómo pretender conocer nosotros lo que nunca sabremos, ¿cómo saber cuando uno hace lo correcto? porque hacer lo correcto no es lo mismo que creer que lo estamos haciendo bien. Y la respuesta que siempre nos damos es la misma, "el destino siempre nos va a dar la razón", y ¿quién creó aquel aterrador, escalofriante y repulsivo concepto? pienso que nos refugiamos dentro de lo que llamamos "destino" para perder el temor frente a nuestra propia existencia.  Como seres humanos, al andar nos vemos enfrentado a la toma de decisiones que podrían cambiar todo nuestro futuro, y estas ocurren de manera constante, pudiendo ser de una índole significativa como no significativa, y qué lastimero y resignante es cuando volvemos la vista atrás y decimos: "el destino quiso que esto sucediera". Pero todo acto trae para sí de igual forma una consecuencia, sea insignificante o catastrófica. Y cuando creemos que vamos por buen camino, pensamos en que escribimos bien nuestro destino.  ¡Qué útil creer entonces en aquel destino que nos hace finiquitar todas nuestras dudas!
No creo que exista algo que podamos predecir; está la intuición, aquel conocimiento que no sigue un camino racional, que no puede explicarse , es algo interno que no se puede entrar a debatir. Pero siempre hay un margen de error en el pensamiento humano, siempre existirá una confrontación de posturas.
Creer en el destino lo considero un acto divino, es tener la esperanza de que conoceremos nuestra misión en esta vida, y que cuando llegue aquel tendremos que saber responder para sentirnos conformes del legado que dejaremos. Entonces, ¿de la duda viene la creencia?. Tratamos de resolver dudas que no tienen una respuesta clara, y perdemos el norte sin prestarle importancia que incluso nosotros mismos somos impredecibles.

Por eso, los convido a tomar el té y se cuestionen esta forma que tengo de creer, restrinjan el uso que le dan a esta palabra, pienso que no debemos seguir usándola para que ésta no nos termine usando a nosotros.





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