Y la hojarasca lentamente me abraza,
sin premio de consolación
mostrándome la brisa y el color que hay alrededor
como cuadro de óleo,
haciéndome ver que hay lo que hay,
y un desorden de emociones me embriagan bajo el inmenso árbol que llueve.
Y cuando sentí el caos
volando hacia el suelo,
sentí el frío,
y me embriagó la nostalgia en medio del tumulto
al sentirme parte de ellas,
a la deriva,
vencidas por la creación,
¿se habrán cansado de luchar?
Al sentir ese desastre natural cayendo sobre mi cabeza,
olí la tierra mojada e imaginé
por un momento que los charcos podían repararse y ser vergeles,
y como un impulso se me aclaró la vista,
y deseé luchar hacia el sosiego volteando la vista,
caminando como una lunática hasta cansarme,
o hasta que la vida se canse de mí,
esperando encontrar algo
que me ayude a crear un nuevo paisaje mental
donde las lágrimas no rocen ni formen charcos,
y donde haya un rincón en el que pueda abstraerme un rato para dejar de pensar...
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