De repente es útil caminar sin rumbo, perderse, y mirar a tu alrededor, sentarse en un café, pedir lo de siempre, y seguir mirando. Quizás leyendo alguna novela termines por perderte del mundo real, de pausas y silencios, por las comas y los punto a parte, los punto seguido o los excesos de sangría. Embebida en la nada, mirando de un lado a otro, me sumerjo en líneas que comienzan a perderse por la lluvia repentina. Y de a poco voy encontrando imágenes y todo va tomando forma de nuevo en mi mundo de apariciones. Desvío la vista y veo la ciudad, las luces, siento el sabor a café entre los labios y la humedad nasal. Y ese crudo escalofrío luego de enemistarme con la calle fría me deja confundida, y es cuando caigo en la cuenta que volví a encontrarme con la realidad, vuelvo a caminar sin rumbo, y me pierdo de manera voluntaria.
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