Las cosas siempre pasan por alguna razón, e independiente de lo que nos suceda siempre repercute en nuestros actos y en nuestra forma de ver la vida, nos hace personas más fuertes. Todo va quedando registrado en nuestro diario de vidas, en nuestras fotos, en nuestros pasos; incluso los cambios se ven reflejados en la cáscara. Siempre vamos abriendo caminos y cerrando simplemente las heridas que nos mantienen en la inestabilidad emocional, o al menos lo intentamos. Impresiona tal vez cómo cambian los momentos, las emociones,las expresiones frente a sucesos que pasan frente a nuestros ojos o cómo se van cerrando ciclos y se van abriendo otros para formar una nueva personalidad temporal.
Cuando los lloros dejan un vestigio sobre el rostro cabe preguntarse el por qué de ellos... hay lloros de felicidad y otros de profundo pesar. Ambos dejan huellas.
No hay mayor felicidad que el tener en frente al amor de tu vida, apegados piel a piel, bajo la misma Luna y bajo el firmamento infinito de esos besos locos de sed, escuchando la cadencia más armoniosa de los corazones extasiados. Es el clímax del romanticismo.
Cuando las lágrimas de la vida te desmoronen, aunque al principio no lo entiendas,a la larga madurarás. La vida siempre te da motivos para que seamos personas más fuertes.
Porque es asqueroso sentir que cuando esos acontecimientos llegan uno se encuentra sencillamente pegada en el techo, sin saber qué hacer, con los sentimientos reprimidos queriendo reir, y no poder.
Saber enfrentar es avanzar, ya que el tiempo sigue avanzando igual.
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