¿Amigo de la tierra?

La marea, sube tanto, que arrastra
invaden las algas la inmensidad del litoral
saltan los peces a lo lejos
y los pescadores artesanales llegan a tejer la red.

El cielo se nubla de pronto
y comienza la tempestad del viento contra la roca.
se cierra el puerto para el marino,
pero con agallas el pescador recoge los cimientos.

Qué hay de ese sol que se apaga tras la nube,
las olas con desdén vociferan palabras inentendibles,
dándose siempre vuelta en lo mismo
hasta la explosión de su sal sobre la orilla.

Y el ave carnívora que ronda
hurgando el trabajo del pescador que le roba
mira de frente la presa del día
y completa lo que llama naturaleza.

El turista mira perplejo la labor del pescador
sin entender el sacrificio de la araña
por elaborar la muerte masiva del pez,
donde cada esqueleto queda a la deriva.
Sin entender que tras cada ola
hay una contínua fuerza que las impulsa,
a vengar todo lo que le han extraído
por no poder llorar todos los días la muerte en silencio.



Me inclino por una postura, pero no sé si la diferencia es trascendente.