domingo, 11 de septiembre de 2011

Cambios de ánimo

Hay veces que me siento corriente marina,
tan irregular y mezquina
tan suave, burda, fría
queriendo alejarme pero siempre vuelvo
destruida a la reconstrucción de una nueva ola.
Pero qué melifluo es su contraste,
cuando de las olas todo se vuelve quieto,
y es ahí cuando amo ser laguna,
paciente, serena, inmóvil
esperando que de pronto te acerques a mí para mirarte.

Y cuando me siento parte del aire,
como pluma de ave, como pájaro que escapa,
libre del gentío de las calles, del ajetreo cotidiano,
y la monotonía no me toca,
me siento indomable, sutil y poco domesticada,
pero en otras no soy más que hoja
de algún árbol que cambió su color,
y cuando llega el cambio de estación,
caigo de tropezones.

Y cuando la incertidumbre no deja andar al reloj de arena,
 la vigilia me toma las pestañas,
y tras pensar y darme cuenta que todo fue en vano
es cuando digiero el gorgoteo que produce el sabor de la verdad
y luego pierdo la paciencia.
Ahí es cuando me pregunto si preocuparse valdrá la pena,
y me quedo pensando el silencio,
sintiendo en mi mejilla la gota que olvidó la lluvia
y sintiendo que viene poquito a poco
entre los poros el sudor de la indiferencia.

Hoy tengo que saber cambiarme esta última careta
y no me queda más remedio que disuadirlo frente al espejo.

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